22 noviembre 2009


Apuntes sobre el territorio amoroso
novedades:

67. El hombre de antes, distinguía dos tipos de mujeres: la mujer para casarse y la mujer para pasarlo bien. La mujer para casarse era una señorita educada y ojalá muy discreta en todo aspecto que ellos pudieran imaginar como la santa madre de sus hijos. La mujer para pasarlo bien era la que ellos, en el fondo de su corazón, habrían querido todas las noches en su cama, pero que jamás le hubieran presentado a su familia circunspecta. Las mujeres para casarse obtenían la estabilidad del hombre de antes. Las mujeres para pasarlo bien, su amor aunque a escondidas. El hombre de ahora, ese que está en la quemada de las decisiones, ya no hace la misma distinción. El hombre de ahora distingue otros dos tipos de mujeres: la mujer fácil de llevar y la mujer difícil de llevar. La mujer fácil de llevar, es que la que se parece a su madre y jamás les llevarán la contra. Esas son las mujeres para casarse de hoy para el 95% de los hombres actuales. La mujer difícil de llevar es la par, la mujer independiente, con opinión, que los hace cuestionarse y en el fondo de sus corazones, les aporta la intensidad, la chispa, el remezón. Las mujeres difíciles de llevar son las que quieren, pero no se atreven a tener. Son las entretenidas que añoran, pero que terminan estando solas o para la diversión del hombre de ahora quien a la hora de los quiubos, se quedará en definitiva con la mujer fácil de llevar para la vida entera. Aunque con ello, se aburran por el resto de sus cobardes días.
68. El lesbianismo es una opción sumamente inteligente.
69. El hombre sin ganas es una lata. El hombre con demasiadas ganas es un peligro ginecológico.
70. En el fondo de cada mujer, hasta de la más independiente, hay una princesa estúpidamente rosada que espera al príncipe azul. En el fondo de cada hombre, hasta del más sensato de todos, hay un actor porno imparable.
71. Nada más peligroso en el mundo que una mujer dolida.
72. Un dato: no hay nada más sencillo en el mundo que reconquistar a una mujer.
73. La democratización del sexo acabó con el romanticismo. Ahora, como el objetivo sexual está tan al alcance de la mano, no hay necesidad de grandes proezas amorosas para conseguir algo que se estima como un intercambio básico de necesidades. Aunque este ítem se considere como una modernización social de avanzada, es falso: el fin del romanticismo por la democratización del sexo, sólo nos ha reducido a la versión más primitiva del mundo animal.
74. Para el hombre narciso, el objetivo amoroso sólo es un medio para enamorarse más de sí mismo.
75. El que busca desesperado, encuentra improvisaciones, que como tales, casi siempre resultan de mala factura.
76. Hay dos razones – una efectiva y la otra no – por las cuales las mujeres vomitamos verdades e insultos después de un desplome amoroso. La primera, es la salud mental propia. La segunda, el intento de remezón para que el otro cambie, con una o en el futuro con otras. Vomitar por exclusivas razones de salud mental es una terapia que la mayoría de las veces, resulta ciento por ciento exitosa en la medida en la que una tenga claro que con el otro ya no quiere una segunda vuelta ni nada por el estilo. Es decir, cuando una lo hace sólo con el egoísta objetivo de sacarse un peso de encima. Pero vomitar para intentar remecer al otro con miras de cambio, es un sinsentido que jamás funciona. La gran mayoría de las personas y sobre todo los hombres, odian que les digan sus defectos. Por lo tanto, sólo tomarán ese vómito como la comprobación de que no tienen nada que hacer con alguien que les descubrió las fallas y nunca como un incentivo para hacerse mejores productos amatorios. Por lo tanto, si quiere provocar un cambio, guárdese sus verdades y sus docentes ganas de dar una lección de vida. Frente a eso, la única perjudicada será usted.
77. El peor momento de una relación amorosa no es el quiebre, sino la incertidumbre.
78. En materias amorosas no se pueden hacer declaraciones de principios tajantes. Casi siempre, lo que una jura que no hará jamás termina haciéndolo con el escupo en la mitad de la cara.
79. Hay hombres y mujeres que sólo aman cuando no las aman. Dime que no, como decía Arjona. Pero eso no tiene nada que ver con el amor. Eso, aquí y en la quebrada del ají se llama masoquismo.

2 comentarios:

Kuky Haindl dijo...

Excelente! concuerdo con todos los puntos..aunque, a pesar de que a veces quiera matar a los hombres, jamás optaría por el lesbianismo, porque mi débil paciencia es aún más frágil con las mujeres.
Tus apuntes sobre el territorio amoroso son una verdadera Biblia, Pepa! eres nuestra Carrie Bradshow.

Calandi Personal dijo...

Querida Pepa :
Creo que te leo desde hace mil años y me he convertido en algo asi como una fan que espera impaciente una nueva columna tuya .
Y la cosa es que tal vez por esas cosas del cosmos o que se yo interpretas exactamente lo que pienso.
Un abrazo desde mi bello y lluvioso Osorno.
p.d : ¿que paso con tu libro?