27 diciembre 2007




CUENTA REGRESIVA


Por Pepa Valenzuela






Este año lo recibí en la punta del cerro, con los pies llenos de piedrecitas, rodeada de mis cinco sobrinos, una copa de champán en la mano y con mi Pablo hermoso de tres años muerto de miedo frente a la invasión de fuegos fififiales, como les dice él. Me acuerdo que lloré, como buena cebollenta que soy. Lloré porque el 2006 dejé varias cosas que me importaban: dejé la Zona de Contacto, dejé para siempre libre en el mundo a Camboya, dejé a mi padre en el enjuagándose en el olvido y dejé mi miedo a la cesantía atrás. Me desapegué y despegué para planear bajito. Y ahí estaba: haciendo equilibrio, pero en pie en la cima de una montaña para recibir el 2007. Abracé este nuevo ciclo con optimismo. El 2007 envié la historia de Mohamed hacia un concurso extranjero, partimos a la playa a una cabaña medio roñosa en Isla Negra para fotografiar guatas al sol con Alvarito y cia, con la Caro acompañamos a la Andrea en su proceso de cambio de casa y desapego de esa madre buena para el bronceado que hasta el día de hoy la Andrea protege con su vida, por primera vez celebré mi cumpleaños en un lugar bailable, determiné que me compraría mi propio departamento con mis cuatro chauchas y mi pega de saltimbanqui, que me trataría mi trastorno sonámbulo de una buena vez, que creería en el amor aunque nadie me demostrara lo contrario y me decidí a dar la pelea por este vecindario tan dejadito de la mano de Dios y de la Municipalidad (Sí, sr Alcaíno, si ud no es un flojo de moledera, al menos es un cuico indolente).


Sin embargo, este año no me respondió del mismo modo. En mis manos dejó un gran tesoro al comienzo: el premio por el reportaje de Mohamed que me llevó a Bruselas donde conocí a quince periodistas del mundo maravillosos, y a Paris donde me reencontré con Josesito mi amigo dominicano. Pero después, sólo vinieron huracanes de decepción, relámpagos de quiebres, truenos de amenazas e injusticias paridas desde el mismísimo infierno. El 2007 el Hospital de la UC comenzó su enésima construcción y empecé a escribir con ruidos infernales en mi ventana desde febrero y a dormir a saltos. Nada de lo que he alegado ha servido para que dejen de trabajar a horarios ilegales e insospechados. Este hospital es lo menos católico que hay. Peregriné por la Municipalidad de Santiago, el Hogar de Cristo, instituciones de caridad y comisarias para sacar a los lanzas disfrazados de mendigos que pelean a cuchillazos y mean mi edificio, pero no conseguí ayuda de nadie. Sólo conocer el terror en persona: en septiembre, una tropa de indigentes armados me amenazaran con darme un puntazo si no dejaba de cacarear en su contra. Hasta hoy, salgo semi camuflada de mi casa. El 2007 compré casa, pero al poco tiempo descubrí que la constructora hacía desperdicios que se llovían y se caían a pedazos. Se quedaron con algo de mi poco dinero y un pedazo de mi colon. Después, encontré mi refugio chiquito, que recibiré por estos días. El 2007 también descubrí que la gente se rearma de una patada: al mes de estar separados, Camboya se puso a pololear con una chica que de seguro será la mamá de la tropa de niños que siempre quiso tener. Después del shock inicial, me di cuenta de que la verdadera lección era que una es una egoísta que suelta a la gente, pero con condiciones. También el 2007, perdí definitivamente a mi padre, luego de arduos intentos de que su recuerdo se quedara a mi lado. El 2007 mis amigos, gracias a Dios no los más cercanos, empezaron a casarse, a hacer listas en Falabella y a reproducirse como conejos. Aumenta la brecha y la evidencia de que estoy sola, soltera, en cero. La Cote, mi amiga que vive en NY, dice que no hay por qué preocuparse. Pero la diferencia es que ella vive en NY donde los solteros no son una especie de escoria social, sino los emperadores de la ciudad. "En Chile, la gente se casa y se reproduce", le dije. Ella hizo memoria de su vida en este país católico y pechoño y se quedó calladita el loro. El 2007 buenos amigos se fueron lejos, muy lejos. Tanto, que veces no puedo recordar sus caras. La Andrea está en Nueva Zelanda viviendo con Greg, el novio francés que la ama con locura y al parecer, ya nos ha olvidado, la Arly se casó y se fue a México con su marido, la Carla figura en Toulosse estudiando no sé qué huifas, y la Andrea, estuvo a punto de irse a Oceanía con su novio. Menos mal que el Banco la retuvo con el ofrecimiento de un master todo pagado. El 2007 tuve una sola cita que terminó en desastre: S. era un buen chico, pero tan inmaduro emocionalmente que ni siquiera él mismo entendía lo que le estaba pasando. Yo sí lo supe, aunque me hice la lesa un rato: aún estaba enamorado de su ex. Era tan amorosito el personaje, que podría haber sido su amiga sin complicaciones. Pero S. era tan inmaduro emocionalmente que tampoco hubiera entendido ese ofrecimiento sin segundas lecturas.


El 2007 mi hermano quedó sin pega y ahora se debate entre una oficina que a ratos funciona y otras veces lo deja elevando plegarias a todos los santos. El 2007 supe de la pérdida de un amigo antiguo y se me removieron los recuerdos y las fotos en mi álbum y en la guata. El 2007 me dejó cansada, un poco triste, con mas ojeras y menos fe. Pero una cosa sí sé: estoy viva y sigo escribiendo. Eso debe ser un buen síntoma para tanto aporreo junto.

25 noviembre 2007





APUNTES SOBRE EL TERRITORIO AMOROSO

Ud señor lector se preguntará ¿qué sé yo, una chica más bien solitaria, sobre el amor? Pues mucho. La calidad a veces sirve mucho más que la cantidad. Después de un pololeo casi matrimonial de seis años y de un año y medio de soltería, he aprendido muchísimo acerca de esta materia. Por lo que viví, por que lo vi y veo en los demás, por dármelas de consejera sentimental el 90% de mi tiempo libre con amigos diversos, pero sobre todo, por todo lo que reflexiono en torno al temita. No se crea que en soledad, una se olvida del asunto. Cuando una no ama, piensa. Por lo tanto, hace unas semanas, comencé una especie de decálogo para que no se me olviden ciertas conclusiones sobre el amor a las que he llegado. Y dado al éxito de algunas máximas entre amistades principalmente femeninas, decidí que desde aquí puedo compartir algunos conceptos de este texto y hacer mi pequeño aporte a la humanidad. Ya lo sabe: comente, discrepe, piense, reafirme. Pero hágalo con elegancia.


Extracto de Apuntes Sobre el Territorio Amoroso, por Pepa Valenzuela:

2. Creer que la infidelidad es una mentira dolorosa, es una mirada cortoplacista. La infidelidad, más que ese sablazo al ego y la relación, es una vulgaridad. Un acto tan común y corriente, tan predecible, tan obvio, que obliga a plantearse una pregunta más allá: ¿Quiero a alguien vulgar a mi lado?

4. Lo único que se obtiene siendo una misma es quedarse con una misma.

6. El rescate amoroso es un bien suntuario: sólo le pasa al 1% de la población. A ese 1% guapísimo y exitosísimo con el sexo opuesto que siempre puede esperar al clavito salvavidas. Al resto, sólo nos queda salir a flote y aletear hasta llegar a la orilla como mejor podamos, sin ahogarnos en el intento.

9. Los muertos amorosos penan. Más que cualquier otro muerto.

12. Los “tiempos” tienen nombre, teléfono y casi siempre, mejores pechugas que una.
14. Efectivamente hay cosas imperdonables. Y una tiene el perfecto derecho a tener rabia y a no perdonarlo todo. La canonización es para gente que puede vivir sin sexo.

17. Invertir años de adiestramiento y amor en un hombre que no permanece con una no es una pérdida de tiempo, sino una inversión a largo plazo en la humanidad: siempre hay que pensar que en alguna parte del mundo, hay otra abnegada trabajadora amorosa invirtiendo en el espécimen que finalmente se quedará con una.

21. La gente que ama cuando ya no la aman o que empieza a amar cuando dejaron de amarla, no son vacas emocionales que no valoran lo que tienen. Sólo tienen un pequeño retardo emocional, una capacidad retardada de reacción que más que una amante, pide a gritos una terapia de rehabilitación.
22. Vivir mirando el pasado es como esperar micro de espaldas a la calle: en ese intertanto, sin que lo notemos, pueden pasar varios recorridos que nos habrían dejado mejor que el recorrido que perdimos.

25. El amor verdadero parte del más puro egoísmo: qué es lo que YO quiero, qué es lo que YO necesito, qué es lo que a MÍ me sirve. Desde el primer instante en que tratamos de pensar poniéndonos en zapatos ajenos, el amor se convierte en una obra de caridad que al final no es nada de caritativa: pensar o sentir por el otro, es asumir de cierta forma que él no puede hacerlo por sí mismo.


04 noviembre 2007







Foto 1: Paulina Cabanillas, editora Paula.cl
Foto 2: María Gabriela Alvarado, sobreviviente de femicidio y yo.
PAULA.CL

Estábamos almorzando en una de las oficinas blancas de la revista frente a frente cuando le conté a la Paulina que vivía desde siempre en el centro, en una de esas horribles torres de cemento. Entonces ella, la amiga periodista que conocí en la Zona de Contacto y luego me reencontré en Paula, levantó la vista y me escudriñó como si los recuerdos le hubieran encajado súbitamente. ¿Tú eras? ¿Eras mi vecinita rubia? La Paulina se había acordado de una infancia compartida en esos pasillos oscuros, en ese patiecito de pasto y el parque San Borja. De una niña rubia que salía con vestidos de colores y muñecas bajo el brazo y que ella junto con su hermana miraban dese lejos, queriendo ser sus amigas. La Paulina me dijo que con su hermana, cuando todas éramos unas pitufas, creían que algún día yo sería Miss Chile. Todo por mi color de pelo. Entonces las dos nos reímos a carcajadas por la apuesta no cumplida y comprendimos que nos conocíamos desde mucho antes de lo que habíamos creído. La Paulina estaba ahora en la revista en una misión imposible: armando solita, como hormiga, la página web de Paula. Hasta que hace unas semanas, lo logró. Mérito suyo absoluto. La página ya está arriba, bella y precisa como ella, flotando en el ciberespacio. Pueden verla y postear en http://www.paula.cl/

También ahí, podrán encontrar en formato PDF mi último reportaje: la emocionante historia de sobrevivencia de María Gabriela Alvarado, la mujer que fue quemada viva por su pareja embaraza de ocho meses. Su guagüita, Milagros, y ella ya están bien. Hace unas semanas en Punta Arenas, recién saliendo de su pesadilla, me contó su historia para que otras no pasen por lo mismo, para alertar, denunciar y espantar sus fantasmas. Desde acá, mis cariños y agradecimientos por la confianza, el tiempo, la sinceridad y su dulce fortaleza. En el link La Maté porque Era Mía, usted puede encontrar Salvada del Femicidio. Lejos, lo que más me ha gustado de las cosas que he hecho este año.

(En las fotos, Paulina Cabanillas, mi talentosa amiga editora de Paula.cl y María Gabriela conmigo en su casa de Punta Arenas)

29 octubre 2007



EQUIPAJE

En diciembre, me voy de casa. Tengo un departamento pequeño esperándome y un futuro calientito de brazos abiertos. Tengo vértigo en las ansias y una aventurera camuflada que me empuja a saltar al vacío. Tengo un oso de lana que confía en mí a ojos cerrados y un mundo secreto de papel que cuido con mis dientes chiquitos y mis uñas carcomidas. Tengo un metro setenta y cuatro de estatura y un puñado de amigas que a pesar de eso, me siguen haciendo cariño en el pelo. Tengo una madre luminosa que me ama con locura y por eso, me está dejando partir. Tengo dos hombres grandes que me arrullan y me enfocan mejor de lo que nunca pudo hacerlo mi padre. Tengo un coraje de gladiadora y nada de qué arrepentirme. Tengo una caja repleta de recuerdos, cartas viejas y mal escritas. Tengo una libertad desbocada en la lengua, en las manos y el corazón. Tengo el alma blanca y muchísimo miedo de que algún desalmado descubra ese secreto. Tengo 28 chicos en proceso, una deuda gigante con mis raíces perdidas, un viaje al centro de las minas del Bío Bío pendiente, un cenicero con dos colillas embetunadas de lápiz labial en el escritorio, una amenaza latente que esquivo día a día y un hoyito sin fondo que me heredó mi papá. Y de una cosa estoy cierta: nada de eso me sobra ni me falta. Todo está en el preciso lugar para cargarlo en mis espaldas y llevármelo en este viaje inicial.

07 octubre 2007


De izquierda a derecha: Little May y su novio pequeño, Marito asomándose desde atrás, May, Francesa perdida en Chile, Pepa, Olga y Sergio.


WILD ON HUATULAME
Por Pepa Valenzuela


La Xime apenas alcanza los pedales de la camioneta full equipo que su papi nos pasó para venirnos a La Serena. Pisa el acelerador y el freno en las curvas con la puntita de los pies mientras damos vueltas por cerros inhóspitos, bordeando el embalse La Paloma. Llevamos una hora de viaje y de juego de trivia. Mientras la Xime maneja, vamos preguntándonos puras estupideces que la cultura pop nos dejó como dato Rossa en el cerebro para entretenernos: el contenido de la bolsa del doctor Chapatín (una torta de jamón), nombre real de Florcita Motuda (Raúl Alarcón) y de Chayanne (Elmer Figueroa). Menos mal ya estamos cerca de Huatulame. Allá nos espera May con su novio oriundo de Huatulame, Mario, para un asado familiar pre fiestas patrias. Mario dijo que tendría un cordero al palo enterito y que Huatulame, un pueblito perdido en la cuarta región que significa en un idioma ancestral Entre Cerros, existe y que además, es de lo más entretenido que hay. Y claro, nosotras santiaguinas descreídas, teníamos serias dudas al respecto. Por eso hoy, vamos a comprobarlo con nuestros propios ojos.


Dos, tres casas a lo lejos y frenamos al lado del camino. Al instante, Mario aparece aleteando al volante arriba un auto embarrado con nuestra amiga de copiloto. “¿Ven? Huatulame existe”, nos grita orgulloso y luego acelera para guiarnos hasta su casa de campo, rodeada de viñas bajo las que su familia, una tropa de amigos y huatulaminos for real, brindan con pisco sours. La Xime y yo nos miramos: Huatulame es real y además es fantástico. Hay un animal quemándose a lo lejos sobre las brasas, la mesa está llena de ensaladas, vinos y una ponchera de pisco sour bien fuertón y las cumbias-rancheras salen a todo lo dar de la radio instalada en el patio. Welcome Huatulame. En la fiestoca está la directora de la escuela de Huatulame que en un dos por tres nos cuenta sobre su vida y obra, un hombre curtido por el sol que da vueltas el cordero e insistentemente me dice “Quenita” y me pregunta por un tal Iván, los interactivos papás de Mario, chochos con tanta visita, una francesa que no cacha dónde está parada, un puñado de santiaguinos con pinta sport y una niña de botas con pompones que rápidamente me agarra la mano y me pide que la peine con un cepillo. La peino y luego ella me peina. Todos bailamos cumbias y tomamos vino. Comemos mote con huesillo y después torta de chocolate mientras el sol empieza a esconderse en Huatulame. Pero Mario nos tiene una última sorpresa y nos enseña su última adquisición silvestre: un tractor azul a escala nuevecito de paquete. Entonces todos se apelotonan alrededor del tractor para dar una vueltecita. La May frunce el ceño, amenazante. No quiere que Mario nos lleve medio copeteado arriba del aparato rural. Pero Marito es un entusiasta y comienza en tour en grupos. Hasta que por fin, nos toca a la Xime y a mí. Nos encaramamos cada una arriba de una rueda, abrazamos a Mario, agarramos vuelo por debajo de las viñas y sus filudos alambres hasta que de repente ¡paf! vamos hechas un cuete sobre el tractor. “¡Para Mario!”, grita la Xime. “¡Wild on Huatulame!”, grito yo. Entonces de nuevo ¡paf! Marito está tendido boca al cielo. El tractor se detiene. Un alambre lo paró en seco y tengo miedo de mirarlo a la cara. Con la Xime nos damos vuelta y lo vemos: Mario sangra desde la frente hacia abajo y tiene un feroz tajo entre los ojos. “Mírame Pepa, ¿tengo los dos ojos?”, me pregunta él. “Sí, sí, ahí están”. Entonces Marito, sangrante y aliviado, sigue manejando su tractor con la frente hecha pebre, feliz de no haber quedado tuerto durante este rally. Un rato más tarde, Sergio, el Samu de hecho en estos casos, vuelve con Mario desde la posta de Huatulame y cuenta que el paramédico estaba más huasqueado que el mismísimo herido. La May no lo encuentra chistoso. Nada de chistoso. Nosotras, nos vamos asustadas y medio saltonas después de la aventura. Y la Xime, que apenas alcanza los pedales de la camioneta full equipo de su papi, se devuelve despacito esta noche por los cerros nortinos.

09 septiembre 2007



PALABRAS AL CIERRE

Las cosas están color de hormiga por estos lados. Sin fuerzas para disimular, me declaro en huelga de tecleado caído hasta que una grúa de toros me saque de este hoyo negro. O salgo del coma de milagro o me cortan las transmisiones. Habrá que esperar aunque la espera desespere.


11 agosto 2007


PARIS, MON AMOUR
Tres momentos imborrables del viaje a Europa, mayo de 2007.
Por Pepa Valenzuela


Acá en los Campos Eliseos.
Amor con alas
El avión se demorará trece horas en llegar a Madrid. Trece horas es mucho tiempo para mí. Nunca he viajado tanto, menos arriba de un avión que para mala suerte mía, va repleto. La fila para acomodarse adentro avanza lento. Van alemanes albinos, familias españolas, harto chileno sonriente y muchos niños, más de lo que quisiera. Al fin llego a mi puesto: me toca al lado de una chilena pechugona, que todavía está amamantando a la niñita que lleva en brazos envuelta en un chal blanco, su marido, un español pelado de chaleco sin mangas y mocasines y sus otros dos hijos: dos pelusas que no paran de tocar todos los botones que encuentran en sus asientos y que no pasan de los diez años. Error: debí haberle hecho caso a la Andrea y haberme dopado para dormir en paz. Pero al rato el padre de familia se me acerca y me pregunta si le puedo cambiar de puesto, para irse al lado de sus pergenios. Le digo que sí y quedo en un asiento de pasillo. En la fila contigua, de asientos dobles, va un español joven, de ojos verdes, que me sonríe cada cinco minutos. Está radiantemente soltero y se le nota a la legua que busca acción. Un romance de trece horas que ojalá se prolongue para toda la vida. El español es un romántico, un chico bien intencionado, de mirada ingenua. Sé que es médico, por sus manos perfectas y limpias y que es más bueno que el pan. Una persona no puede traicionar a su propia mirada. Una chica colorina, crespa, que lleva un gran polerón que dice Chile en las espaldas, se sienta al lado de él. La compatriota es sociable y le mete conversa inmediatamente. Le habla de Neruda, Gabriela Mistral y otros autores chilenos archi conocidos. Le explica que tiene una hija de cinco años, pero que el papá de su niña se hizo humo hace mucho tiempo. Que está soltera y viaja por primera vez a España, para probar suerte. Todo esto antes de despegar. El español, efectivamente es médico. Eso le dice a la colorina mientras el avión tirita y se separa del suelo. El español no vuelve a mirar hacia el pasillo. Seis horas después, mientras todos duermen a pata suelta en el avión y yo vuelvo por el pasillo hasta mi asiento después de haber estirado las piernas, veo que la colorina y el español duermen abrazados debajo de una frazada. Una hora más tarde, escucho sus besuqueos camuflados. Y catorce horas desde el despegue, los veo atravesar el aeropuerto de Madrid de la mano, como si siempre hubieran estado juntos.


Mi amigo dominicano

La Cata fue la que trajo a Jose a mi vida. Estábamos con la Andrea y la Cata de vacaciones en Punta de Cana. Rascándonos el ombligo, tomando piña colada debajo de palmeras y quemadas hasta las orejas. Hasta que una noche, afuera de una discoteque reggaetonera, Jose se nos acercó. O sea, se le acercó a la Cata. Jose cayó fulminado con su cabellera rubia, su escote descarado y su vocabulario de señorita bien. Y se nos sumó al viaje, contándonos sobre la situación política de su país, la pobreza de los vecinos haitianos y bailes caribeños. Jose era abogado, presidente de la Juventud del Partido Socialista en su país y había estado al borde de la muerte hacía menos de un año. Mientras estaba en el campo de su familia, lo agarró una bala perdida que le entró por la pierna y le salió por la espalda, muy cerca del corazón. Nunca supo quién
había sido el autor del disparo. Pero haber estado con una pata en el otro mundo, le dio una madurez que a sus veintitrés lo convirtieron en un caballerito amable y generoso. Por eso cuando le escribí contándole que iría a Bruselas, inmediatamente me invitó a su departamento en París, donde estaba desde hacía unos meses estudiando un magíster de delitos de lesa humanidad. “Si no vienes a mi casa, me ofendo”, me puso en su correo. Así, fue cómo cuando me bajé del tren rápido que me llevó a la capital francesa, me lo volví a encontrar. Jose arrastró mi gigantesca maleta por todas las conexiones habidas y por haber del metro parisino. Y me paseó como si yo fuera Lady Di: me llevó en un bote por el río Sena, subimos juntos a la torre Eiffel y a la Iglesia del Sagrado Corazón. Me
llevó a un bar latino donde después de bailar un merengue, un montón de franceses tiesos nos aplaudieron a rabiar. Me presentó a una comunidad dominicana que me metió comida, reggaetón, merengue y bachata hasta las orejas. Y me cedió su dormitorio, para que yo estuviera más cómoda. Desde entonces, sé que Jose del Jesús es el hermano perdido que buscaba en Chile. Qué iba a saber yo, que estaba metido en República Dominicana.

El guardaespaldas
Llevo un bolso negro a mis espaldas lleno de regalos, una maleta que debe pesar más de veinte kilos y una cartera gigante colgada al cuello. Cada cinco pasos, descanso. Me duelen los hombros y no sé cómo diablos voy a llegar al aeropuerto de Bruselas con tanto cachivache. Pero al menos ya estoy en la estación de trenes que me llevará hasta ahí. Vamos a ver ahora cómo me las arreglo para subir al vagón con esta pila de cosas que acarreo. El tren llega puntual. Europa da gusto con lo ordenadita que es. Dejo que se suban los otros pasajeros y comienzo con la carga. Una maleta arriba. La segunda, a medias. Hasta que frente a mis narices, aparecen dos brazos tatuados y musculosos que agarran mi primer equipaje como si pesara una pluma y lo sube al compartimiento. “I can help you” me dice el hombre rudo con un tono francés. Lo miro de arriba abajo. Es pelado al rape, viste una sudadera punga, tiene los dientes chuecos y una decena de tatuajes. Parece un pirata. Y lo peor del caso, es que va con otro pirata igual que él en el tren. Le sonrío y le doy las gracias, pero tengo miedo. Aquí fregué, pienso. Éste es un lanza a la francesa y me va a robar hasta el alma. Pero como apenas me puedo mis maletas, ya no puedo arrancar. No me queda otra que meterle conversa y ser simpática, para que por último se compadezca de mí y desista de su plan delincuencial. El pirata se llama Egal. Me dice en su pésimo inglés que es belga-turco y que viaja junto con su amigo a Israel, para entrenarse como guardaespaldas. No como cualquier guardaespaldas, aclara. Él va a ser de esos que acompañan a los Presidentes, líderes religiosos y hombres de negocios más importantes del mundo en misiones secretas. Ni su familia puede saber a quiénes está cuidando. Egal sólo me da una pista: su próximo destino, después de la última patita del entrenamiento en Israel, será Sudáfrica o Iraq. Cuando llegamos al aeropuerto, con Egal y su amigo mudo, porque no habla inglés, ya somos yuntas. Entro al aeropuerto a lo Paris Hilton, cargando sólo mi
cartera: los dos guardaespaldas llevan mi equipaje, más el de ellos, como si nada. Nos tomamos un café, intercambiamos correos electrónicos y teléfonos. Antes de desaparecer por la sala de embarque, Egal me dice que algún día visitará Chile, que lo promete. Yo le hago jurar que aparte de espaldas ajenas, también se cubrirá la de él. Cuando vuelvo a Santiago y abro mi correo, ahí está Egal: con chaleco antibalas, lentes ahumados y una metralleta entre las manos en un desierto israelí. Sano y salvo, por ahora.

04 agosto 2007



BOMBA DE TIEMPO

Vengo saliendo de una explosión atómica que no se la deseo a nadie. Pero ya salí. La fuerza del impacto me tiró lejos, pero ahora que estoy en pie de nuevo, no entiendo cómo no previne la detonación. Era una bomba de tiempo, obvio que iba a pasar. La gente reconstruye su vida, avanza y se rearma. Sólo los recuerdos permanecen intactos, pero las personas que una recuerda no. Entonces, cuando esa verdad te explota en las narices, después de que el hoyo en el centro del cuerpo se empieza a rellenar de nuevo, sólo queda decir adiós de verdad. No esos chaos a medias, esos adioses con olor a hasta pronto. No. Ahora sólo quedaba el despegue final de una historia que quizás guardé como seguro en caso de incendio en la memoria. Asumir la muerte del recuerdo y de las posibilidades, hacer el luto correspondiente y entender que la separación no es del todo mala: ella será la que me obligue también a mí a avanzar. Ahora sólo puedo rearmarme sin mirar hacia atrás, sin culpas ni fantasmas pegoteados en el alma. Mi pasado en rosa se selló con este reventón y estoy al borde del precipicio del futuro. Antes de lanzarme, sólo quisiera dejarte un mensaje por anticipado, antes de conocernos, putearte de antemano: Donde quiera que estés, estás tardando demasiado. Necesito que te apures y me des un abrazo laaaargo para descansar tranquila y entender al fin, toda esta historia de duelos mía.

La explosión también me dio la cuota de locura que necesitaba para atrapar mi sueño: me compré mi propio departamento. Está en incubadora y el próximo año me lo entregan, en pañales. Desde ya, te quiero y te cuidaré y te pagaré aunque tenga que barrer el piso con la lengua. No hallo la hora de estar contigo, en serio.

Después de la explosión, una sanadora pomada al ego: una entrevista de las chicas de Zancada que me ha llenado de puras flores. Qué plancha y qué emocionante a la vez. Usted, amigo lector, también puede leerla en http://www.zancada.com/


A todos los que postean y leen, de nuevo, gracias totales.




21 julio 2007

HUMOR QUE MATA
La protagonista del libro se parece bastante a mí: torpe con los hombres, medio cómica, con una suerte de porquería en asuntos amorosos. Por eso, al final de la novela decide comprar un libro de autoayuda que le enseñará a comportarse como una chica bien, de esas a las que sí les va bien con el sexo opuesto, de las que triunfan en la conquista. Con él aprende a contenerse, y a disimular a la looser que lleva dentro. El libro se llama Manual de Caza y Pesca para Chicas y es de Melissa Bank, si alguien quiere leerlo. Los dejo con un pedacito del libro que me dio una luz sobre mis guateos en las lides del amor hace ya un par de meses.
"Leo el libro saltando de un titular a otro hasta que encuentro: "¡No seas divertida!"
Y pienso: ¿Pero por qué no hay que ser divertida?
- Porque divertida es lo contrario de sexy - me responde la elegante, estoica Faith (autora del libro)
- Pero a mí me atraen los hombres divertidos - protesto.
Y contesta la burbujeante Bonnie:
- No estamos hablando de lo que te atrae a ti, tonta. Tú puedes salir con todos los payasos y comediantes que quieras. ¡Y muérete de la risa, si eso te gusta! Pero no hagas tú los chistes.
- A los hombres les gustan las mujeres femeninas - dice Faith - Y el humor no es femenino."

12 julio 2007

Ilustración: Inés Pichetti (www.llevamehastamicasa.cl)

DATO ROSA

No sé qué me pasa que ando enamorándome a cada rato.
¿Será un desorden hormonal o sólo significa que ya desperté?

19 junio 2007



DIAS DE INVIERNO

Son días de pena estos. Hace tanto frío que no dan ganas de salir de la cama hasta septiembre, claro, si no estuviera la maldita demolición dele que suene al lado de mi dormitorio. Tengo amigos estrellados que se acaban de dar de cabeza contra el muro de un mundo por donde no era tan fácil tomar el atajo. Se sienten atrapados, frustrados, tristes, sin memoria. No pueden recordar quienes fueron ni qué querían cuando éramos esos pendejos luminosos. Otros se rindieron y se acomodan como pueden a la vida, a costa de negocios, tarjetas bancarias, trabajos que no soñaron y ceremonias de matrimonio apoteósicas a las que sí invitaron a esos parientes colados que juraron jamás convidar por compromiso. Son días tristes estos. Mi amiga hada tiene años de sueño acumulado y ningún aplauso la está esperando a la vuelta de la esquina. Ella se conforma con dejar las cosas funcionando aunque nadie sepa que fue ella quien encendió el motor. Tengo un viaje al paraíso en la cabeza y a veces dudo de si efectivamente estuve ahí. Porque acá todo cuesta tanto, que me parece imposible que existan escondites en el mundo donde todo es como debe ser. Son días solitarios estos. Tengo una cita a ciegas el fin de semana que sé con absoluta certeza que será un fiasco, una carta con 13 viejos nudos en la garganta que hace un año no entregué y un amigo que adoro para callado. Soy una tumba donde el resto escribe sus epitafios, escucha sus oráculos y se va. Son días tan muertos estos. Tengo un hermano que toma ravotril y un pronóstico esotérico de amargura. Una madre que aprieta los dientes porque sabe que de este hoyo en el que estamos metidas, no nos puede sacar. Amigas que no entienden que la frustración se está comiendo mi estómago y creen que mis ausencias son pura mala voluntad. 0,1% de opciones que me den un crédito en el banco para comprarme un departamento que en 10 años más se va a caer a pedazos. Mil ideas de viajes por otras geografías humanas y ningún presupuesto que aguante. Una antorcha de estrella que me recuerda que Mohamed puede estar ahora mismo transando su vida a manos de un espalda mojada. Demasiadas amigas que se van para el otro lado del mapa y que sé que será difícil volver a ver. Suficiente tiempo esperando a que el destino me reviente en la cara o al menos, que reviente yo delante de él. Pero son tan de pena estos días que ni siquiera tengo energía para hacerme estallar sin tener que separarme de la estufa donde escribo estas tristes líneas de invierno.

29 mayo 2007

JUVENTUDES COLUMNISTAS

Del servicio de inutilidad pública, Pepa informa: En unos días más vuelvo al hogar calientito de la Zona (www.zona.cl) Vuelvo, amor vuelvo, para hacer el taller de Juventudes Columnistas y enseñarles a todos los teen entre 14 hasta 18 años (19 con suerte) a escribir columnas como Dios manda e intentar ayudarles a buscar su voz propia. Por eso, este post es para ellos: escolares del país que escriban, lean y rayen con publicar sus historias y quieran aprender, escríbanme a pepitavalenzuela@gmail.com mandándome su edad, nombre completo, algún contacto donde pueda pillarlos y la mejor columna que sean capaces de escribir. En una de esas, si le ponen tinca, pueden ser parte de la Juventud Columnista 2007 de la Zona de Contacto. Una experiencia totalmente recomendable: ahí pueden publicar sin censuras, conocer gente con sus mismos intereses y empezar un camino de forma amena, agradable y sin pagar ni uno por los conocimientos que van a adquirir. No es malo. (Y usted, si está pasadito los veinte, pero conoce pingüinos talentosos en el arte de las letras, no sea avaro y cuéntele de esta invitación) Recibo propuestas y columnas hasta el martes 5 de junio, es decir, todo debe hacerse ahora ya. Suerte a todos y nos estamos viendo.

13 mayo 2007

De izquierda a derecha: Mohammad de Jordania, yo desde Chile, Lucky de Nigeria, Ma Teresa de Colombia y Mauri de Brasil.
De izquierda a derecha: Los latinoamericanos Mauri König de Brasil (1er lugar), María Teresa Ronderos de Colombia (2do lugar) y yo de Chile, miércale, (tercer lugar)

De izquierda a derecha: Simonne y Mauri (Brasil), Andrej (Bielorrusia), Ma Teresa (Colombia), yo (Chile), Siew Ying (China), Lucky (Nigeria), Syed (Dubai), Femy (UK), Robert (Uganda), Mario (Alemania), Michael (UK), Mohammad (Jordania) y Tanya (Sudáfrica)
PERIODISTAS SIN FRONTERAS
Volver de un sueño deja las dudas de haberlo vivido o de simplemente haberlo imaginado. Es volar en un estado insomne donde los recuerdos se confunden con interpretaciones propias, imágenes pegadas en el subconsciente y voces diferentes que una intuye que escuchó, pero no está segura de haberlo hecho. Eso es lo que me pasa ahora, que he regresado hace poco desde Bruselas en Bélgica donde recibí el tercer lugar por América Latina del Premio Lorenzo Natali, que entrega la Comisión Europea a periodistas que escriben sobre la defensa de los derechos humanos y la democracia. (www.premionatali.eu) En una ceremonia en el edificio Berlaymont, de la Comisión Europea, con muchos periodistas valientes, con largos años de trayectoria, enamorados de su trabajo y dispuestos a jugarse la vida en ello, recibí una estatuilla con una estrella dorada que dice mi nombre y un diploma donde recuerda la triste, pero esperanzadora historia que escribí sobre Mohamed, el chico somalí refugiado por error en nuestro país. Comí cosas que jamás había probado, paseé por esa ciudad de cuentos de hadas, me vestí de señorita todos los santos días, compré chocolates, tomé fotos como loca y dormí pocas horas. Pero lejos lo mejor de toda la experiencia, de haber volado durante 17 horas para llegar hasta allá, fue haberlos conocido a ellos: a colegas de distintos y distantes lugares del mundo que día a día se juegan la vida por hacer de éste un mundo más justo, transparente y humanitario donde vivir. Es increíble cómo el solo hecho de compartir este amor a nuestro arte, tan poco apreciado y entendido por muchos, nos hizo una misma cosa. Desde China, Pakistán, Nigeria, hasta el Reino Unido, Alemania y Chile, pudimos entendernos y querernos el poco ratito que estuvimos juntos. Nos reímos, emocionamos y hablamos hasta que el sueño nos dio permiso. Realmente no tengo palabras para transmitir todo lo que ahí viví. Pero me quedo con recuerdos inolvidables de amigos entrañables que será difícil volver a ver, pero de los que aprendí como si hubiera vivido cincuenta años más.
De Siew Ying, la gran ganadora de China, la sencillez, esa valentía gigantesca embutida en un cuerpo diminuto y su energía como rayos de sol que hacían de su edad un misterio indescifrable.
De Mauri, de Brasil, la dulce timidez de un hombre que se ha pasado la vida entera luchando e incluso financiando sus propios reportajes sobre temas que cree ciegamente que deben ser conocidos.
De Lucky, de Nigeria, esa alegría afro, el optimismo de un periodista que ha visto el mundo entero abrirse ante sus ojos y que fue capaz de seguir el trayecto de miseria y fe de marroquíes que escapan hacia Europa a través del desierto.
De Syed, de Dubai, la sonrisa serena de un hombre de fe que se abre feliz y sin resquemores hacia otras culturas que en general, tienen más prejuicios con la suya.
De Mohammad de Jordania, la capacidad objetiva y el temple para darse cuenta de las fallas y atrocidades que aún se cometen dentro de su propia sociedad, como los asesinatos de mujeres por asuntos de honor.
De Michael, un escocés que trabaja en el Reino Unido, el sentido del humor tan british, la caballerosidad a toda prueba de un guapo de tomo y lomo y la persistencia por contar la historia de los obreros inmigrantes que trabajan en su país en condiciones de desgracia.
De Tanya, de Sudáfrica, el carácter de una mujer dulce, la claridad mental para percatarse de los problemas de este mundo y la sensibilidad para rescatar la historia de un hombre acusado injustamente de haber asesinado a otros durante el apartheid.
De Mario, de Alemania, la capacidad de compartir y de reírse de sus propios temas, la valentía de un periodista capaz de cruzar con un coyote la frontera de México hasta New York junto con los miles de inmigrantes que buscan el sueño americano, el humor agudo e inteligente.
De Mossaud de Pakistán, la develación de un hombre serio a introspectivo que de a poco mostraba un corazón lastimado, pero vivo todavía.
De Robert de Uganda, la timidez simpática de un hombre que fue capaz de lograr, a través de su reportaje denuncia sobre el contagio de VIH de las madres hacia sus hijos en su país, una ley que ahora obliga a las madres a prevenir esa transmisión.
De Andrej de Bielorrusia, la evidencia de que las caparazones tienen sus razones, pero no necesariamente sus defectos, el coraje periodístico de haber escrito y despachado su reportaje desde una celda para cinco personas, pero donde finalmente había nueve hombres que gritaban y fumaban mientras él cumplía con lo suyo: denunciar corrupciones del gobierno y del sistema.
Y cómo no, de María Teresa, mi muy querida colega colombiana, el encanto, la sabiduría de una mujer con una energía vital envidiable y una fuerza infinita para pelear por la libertad de prensa en su país y difundir las historias del terror que han sufrido algunos de sus compatriotas, víctimas de una violencia interna que lamentablemente aún no termina.
Con todo eso, cómo no sentirme más que pagada. Creo que jamás había tenido una evidencia tan clara de que Dios me estaba susurrando bendiciones y futuros en el oído.
pd1: Pronto, el relato de mi paso por Paris con mi querido amigo dominicano José, su hermana Ellen y toda esa comunidad dominicana cariñosa, ruidosa y acogedora que me recibió como una reina en la ciudad de la luz.
pd2: Sé que en Chile, no se dijo ni pío sobre este premio, a pesar de que me parece que es importante para el país y para nuestro periodismo criollo. Qué quieren que les diga, eso me duele un pelito por la poca visión, lo cerrado del enfoque y ciertas mezquindades mediáticas. De todas formas, agradezco a mi lindo profe Enrique Ramírez por su emocionante columna en La Nación (martes 8 de mayo) llamada el Servicio Público de la Magia y a mi amigo Nico (Copano grande) que contó más detalles en la Grúa de la Rock and Pop. De verdad, se agradece. Y no por mí, sino porque a veces las tetas de la Bolocco no son lo único bueno que se puede ver y saber en nuestro pedacito de tierra. Un abrazo grande a todos los que postearon con sus buenas vibras, a mis amigos incondicionales que se portaron de lujo pre, durante y post viaje. Les juro que allá, siempre me sentí protegida por ese escudo de energía positiva, pura y sin envidias. A cada uno de ustedes, se les quiere de verdad.



20 abril 2007

pd: en la foto, Mohamed, el chico somalí refugiado en Chile y yo, la reportera.

TINTA ROJA
Todos ya lo saben. Mis colegas, amigos, familiares, compañeros de pega, fotógrafos entrañables, editores que me han enseñado un mundo, toda esa red de gente que me permitió vivir este momento surrealista y definitivamente emocionante. Ahora, es hora de compartirlo con ustedes, mis fieles lectores: esta semana me avisaron que estoy entre los tres primeros lugares de América Latina y el Caribe del Premio Lorenzo Natali, un galardón que entrega la Comisión Europea a todos los reporteros del mundo que escribieron en defensa de la democracia y los derechos humanos. (www.premionatali.eu) Postulé junto con 1500 periodistas de todos los continentes con un reportaje de la revista colorinche sobre la historia de un refugiado somalí que llegó por error a nuestro país, una experiencia de vida estremecedora que hasta el día de hoy tiene sus secuelas. A Mohamed lo entrevisté y me hice su amiga. Todavía lo somos. Su vida, su pena, su esperanza, su dulce alegría de estar vivo a pesar de la distancia con los suyos, son nudos que todavía se me arman en la guata. Escribí su historia con el firme propósito de que alguien más se estremeciera, se enrabiara por las absurdas normas que separan a la gente de sus seres queridos, para que alguien moviera un dedo, para que la diplomacia desde sus alcurnias lo acogiera, para que Mohamed volviera a ser feliz. Pero jamás pensé que esa historia me daría esta alegría extra. Pronto viajo a Bruselas a recibir esta distinción. Soy la única chilena que va. No sé si gane el primer lugar o el tercero, pero el sólo hecho de que reconocieran ese trabajo donde puse sangre, vida y alma, es una emoción que de vez en cuando se me escapa en gruesos lagrimones. Espero poder contarles cómo me fue por esos lados apenas vuelva. Espero poder representar bien a todos mis compañeros y colegas periodistas que creen firmemente en que nuestro oficio puede cambiar cosas y abrir cabezas. Y que día a día se la juegan por eso, en silencio. Para todos ellos, esta alegría también es de ustedes.
pd: estaré allá desde el 1 de mayo hasta el 12. También voy a Paris, donde mi amigo dominicano José me recibirá. De regreso, todos los detalles.

16 abril 2007



PIEL DE JAGUAR

El baño es una nube de humo de cigarro y ceniceros llenos a estas horas de la tarde en la revista. Quedan pocas chicas sentadas frente a sus computadores. Afuera, ya está oscuro. Desde la ventana del baño, se ve el Metro volando a lo lejos. La Mona cierra la puerta, enciende una vela con olor a vainilla y me toma la mano. Mira las líneas rectas, marcadas en mis palmas rosadas y yo espero. Entonces me suelta una verdad a la que le he hecho el quite por años en la cara. La Mona dice que tengo una masa informe de miedos y rabias. Que un abandono con cuerpo de hombre me dejó la psiquis marcando ocupado y que necesito sacar esas cosas afuera para volver a la vida que tenía. Que soy una ostra temerosa de que le hagan daño y por eso, a veces reacciono con desprecio. Con indiferencia iracunda frente a cualquier pantalón que se me acerque. La Maca, que está sentada a mi lado fumando, me levanta una ceja con cara de te lo dije. Hace un par de días, las dos estábamos pintarrajeadas y felices de pisco sour, bailando canciones del año de la pera en medio de una fiesta repleta, saltona y recargada. No nos separamos en toda la noche. No nos perdimos el rastro. En el único descanso, un tipo de camisa blanca me ofreció ron con coca cola y yo, le respondí con la punta del zapato. Lo miré feo. Creo que también lo insulté. "Eres una pesadita", me dijo la Maca, medio avergonzada. Pero yo, embutida en mi polera aleopardada, seguí rugiendo un par de minutos más, furiosa e inalcanzable. Al final de la fiesta, al único hombre al que traté bien y que incluso besé en la mejilla con auténtico cariño, fue a un travesti moreno que, disfrazado de conejita de pascua, me regaló unos petazetas y un huevito de chocolate. "Toma, por regia", me dijo él. "Toma, por amorosa", le dije yo y le di un abrazo a esa conejita pascuera de más de dos metros de alto. A menudo pienso que los gays y los travestis son los únicos hombres en los que se puede confiar. Esa noche, me quedé dormida pensando en eso. Afirmando mi arbitrariedad en un error.

Pero ahora la Mona mueve la cabeza para los dos lados. La Maca también. Los traumas de mi mano me delataron y estoy sin argumentos. En el fondo, donde todavía me queda un saldo de cordura, yo también sé que estoy mal enfocada. Que no puedo andar con una lanza en mano atravesando hombres porque sí. Muy de tigresa serán mis disfraces, pero en realidad no soy más que una gata arisca que se escabulle de los demás por miedo. Y sí, por rabia. Por la furia de saber que por un par de culpables, meto inconscientemente y sin quererlo, en el mismo saco mental a pecadores e inocentes. Porque alguien me convirtió la inocencia en un tractor demoledor de personas. Y sobre todo, porque sé que jamás recuperaré a la niña que se lanzaba con los brazos abiertos al vacío. Y ese es un luto injusto, que no debiera llevar. Simplemente no lo merecía. No me tocaba a mí. A veces estoy segura de que hubo un cortocircuito allá arriba y se equivocaron en el envío de desgracias. O que hubo una caída del sistema de compensaciones. Pero el asunto es que haya sido lo que que fuera, ya no saco nada con averiguarlo. Lo único que puedo hacer, para variar, es hacerme cargo de esta madeja, desenredarla y convertirla de nuevo en lana pura con la que pueda volver a tejer.

Soplo la vela de vainilla para que esta vez así sea.

28 marzo 2007

REGRESO
Lo sé: he sido una mala persona que no postea ni escribe ni nada. Pero en este último mes, he estado tan hasta el cuello que no he tenido minuto. Pero tengo tantísimas cosas que contar. Porque en este tiempo ha habido de todo, claro menos lo que siempre me falta. Mamá dice que es porque yo no estoy para cualquier relación que huela a cabeza de pescado. Pero qué quieren que les diga: una también tiene sus necesidades. Y como es pelotuda, también sus sueños de cabra chica. Esos en los que el vecino actor aparece del medio del cielo, sin polola, iluminándome la vida. Esos en los que alguien descubre mi tremendo potencial y me ofrece un sueldo como la gente. Esos en los que un editor mecenas me encarga un libro y de pasadita se convierte en un amigo que no abandona. Esos en los que mi mejor amiga emparejada comprende sin recriminaciones por qué diablos no me quiero ir a meter un fin de semana completo con tres parejas a una cabaña y en los que estoy instaladisima en mi espacio, cumpliendo el sueño del DFL2 propio. Y aunque esas cosas no pasan, en alguna medida sí están ahí. Palpitándome en la cabeza, colándose como un arcoiris por mis venas negras, resucitándome de una pesadilla muy oscura donde había olvidado que tengo licencia para soñar.
En la vida real, gané una amiga de verdad. Me metí a yoga - donde di jugo como loca - y no puedo moverme sin cojear. Viajo esporádicamente a Rancagua a reportear un caso que me podría traer pésimas consecuencias y para ser franca, un caso que me da miedo. Tengo un matrimonio el sábado y no tengo qué cresta ponerme. Me salieron dos canas (Y ahora, ¿quién podrá defenderme?). Nos reímos a gritos con mi vieja imitando un falso acento español con olor a Penélope Cruz que dice: "Me fazzzina Patronato". La Cata me mandó a la cresta y media, me dejó botada en la casa de la Andy de noche y al otro día desperté con caña y los ojos hinchados. Aún no recibo llamados suyos de vuelta. Son las nueve pm y sigo en la revista. Me quedan tres cassettes por transcribir. Recuperaré a un viejo amigo mañana. Vi de cerca, primerisimo primer plano, a la polola del vecino (pésimo ejercicio para todo lo que es autoestima) y con la Maca fundamos el FrentePatrioticoAntiChiquitrucasPipiritronicas a propósito de ese fiasco. Pololeo imaginariamente con dos novios. A veces recuerdo a Camboya y me pregunto qué estará haciendo ahora ya. Tengo ganas de ir a la Casa Blanca y probarme un vestido de novia para saber qué se siente. Quiero dejar de fumar. Y sobre todo, quiero que me manden una encomienda desde el otro lado para comprobar mi teoría de que lo mejor, no lo que hay a mano, sí se encuentra alguna vez. Al parecer, estoy volviendo a mí.

24 febrero 2007

PEPA TIENE FESTIVAL
La Maca me había pedido una foto, una firma y las ganas. Pero hasta que no estábamos en el tercer piso del Casino de Viña del Mar y Cristalito, el único fotógrafo rubio natural de la revista, sacó su mega cámara, no supe en el tete en el que estaba metida. Lo cierto es que estaba ahí: sin haber ido jamás a una noche del Festival de Viña ni como calcetinera, ahora tenía una acreditación de prensa por obra y gracia de la Maca, mi dulce amiga de la revista de chicas para la que escribo, y para ser franca, para hacer una pega chiquita que justificara el pique. La idea era gestionar algunas entrevistas, pero sobre todo, vivir en primera persona la batahola festivalera desde la trinchera de los colegas. Esos mártires de las comunicaciones que trabajan como perros, duermen con suerte cuatro horas y cada noche de Festival se llevan una pifiadera de aquellas cuando los presentan. La gente no tiene idea cómo se sacan la mugre. Yo, desde mi humilde y cómoda pega de suplementos, les saco el sombrero. Si tuviera recursos, les hago un monolito y les prendo velas. Les juro.
El asunto es que con mi grabadora en mano, los únicos zapatos de taco decentes que tengo, vi circular a todos y de todo. A la tía Coty, que ya había entrevistado para la revista colorinche, y su peinado enlacado. A Amalia Granata (que a todo esto es una chiquitruca que me llega a la cintura) con un vestido bien rasca y su invitación falsa; a Marlen y su vestido rococó que yo encontré de lo más Nina Richie que había, a Sergio y Tomka por culpa de quienes me separaron a punta de empujones de Cristalito y cómo no, a Cecilia Bolocco y su mínimo vestido. Nada que decir: se veía guapísima. Al lado de ella, cualquiera parece Bob Esponja. Yo, me sentí toda la maldita noche de estrellas delgadas y embetunadas, como Barney. Barney versión notera simpaticona. Entrevisté a todos, por puras cabezas de pescado. Me saqué una foto con Hotu – y no me siento una cuma por amarle profundamente a él y su isla – y él me dio un piquito. Camiroaga me regaló un chocolate y por un segundo me miró a los ojos. Qué más podía pedir. En realidad ya me sentía pagada por la ola de guateos laborales y reportajes caídos por culpas ajenas, pero tuve un poco más: con la Maca y Cristalito volvimos a la noche de Tom Jones a Viña. Cantamos, trabajamos otro poco, fotografiamos a algunos fanáticos y esperamos a Los Bunkers. Y luego, nos juntamos con Leo Can y sus amiguitos de Emol a carretear después de que ellos, subieran sus textos, imágenes y videos. Terminamos en la azotea del O´Higgins tomando roncolas, fumando los pocos cigarros que nos quedaban y viendo el amanecer viñamarino mientras Cristalito nos tomaba fotos que claramente podrían arruinar mi vida. Pero por un día, dos noches, me olvidé de las trabas que me tienen con una pena negra en Santiago y entendí que aunque nada me haya resultado desde hace algunas semanas, soy una afortunada por estar donde estoy y tener el trabajo que tengo. De tanto ver colegas barriendo el piso con la lengua, tomando café, luchando en medio de masas humanas, juntando firmas por las restricciones a su trabajo, votando con energías renovadas por la reina, atentos a sus equipos, sin bajar la guardia, me sentí una vaca malagradecida. Porque yo tengo el lujo del tiempo y la libertad para decidir dónde estar. Al lado de ellos, soy una Lady Di del periodismo. Mientras hay demasiados en la galucha, yo estoy en platea – qué pituca y fifí me sentí al percatarme de eso – y por eso finalmente tuve que darme con una roca en los dientes por despotricar por mi mala suerte. Si al final, para qué estamos con cosas, nunca falta la hadita madrina que me pega una sacudida cuando estoy metiendo las patas. Gracias Maca, por favores concedidos.
Hoy en www.lun.com, busque y lea Un Dueñas en el Camino, acerca de cómo un hombre puede devastar a una chica exitosa y por qué una chica exitosa proclamada showoman no puede convertirse en una drama queen.

13 febrero 2007

La ilustración es una de las que mi talentosa amiga Inés Pichetti hizo para Tikitiklip. Pueden ver todas sus maravillas en www.llevamehastamicasa.cl

PAJARITOS EN LA CABEZA
Antes tenía la cabeza repleta de nidos y salía entusiasmada con la caza de pajaritos. Caminaba calles de calles buscándolos, atrapándolos y poniéndolos en mis páginas. Encontraba cientos de ellos, todos los que el resto de la prensa, tan preocupada de repetir lo mismo de siempre, dejaba volar. Pocas cosas me importaban aparte de la caza de pajaritos porque tenía todo lo demás. Tenía la tranquilidad para buscarlos, el entusiasmo de poder hacer lo que me gustaba, el reconocimiento por mi hazaña utópica y emplumada. Pero hace un tiempo, tuve que empezar a cazar en la misma selva que el resto para sobrevivir y aceptar que no siempre podía vivir en la pajarera alada. Y qué puedo decir: creo que desde entonces mi cabeza tiene más sombras y bichos. Más miedos y polvo en los rincones. Más decepciones y abismos imaginarios sobre el futuro. Y aunque intento volver a mis viejos sueños con pajaritos de colores, siempre hay alguien o algo que se encarga de botarlos al suelo con una escopeta. Así los depredadores me dan a entender que la caza de pajaritos es un lujo inalcanzable para una exploradora tan artesanal como yo.

05 febrero 2007



26

Mi mundo de pedacitos, como esas frazadas tejidas que se hacían a cuadritos de colores, está disperso. Estábamos todos en el mismo centro hasta que todos partieron por distintos caminos en la búsqueda de sus tesoros.

La Andrea escribe desde Australia retrasando cada día su regreso a Chile porque Greg, su novio francés, la hace feliz. Llama a las 12 de la noche desde el otro lado del mapa y yo estoy fuera de casa, celebrando mi cumpleaños con los que quedan. Me quedo con las ganas de escucharla porque la extraño muchísimo.

Vadim con Shara serán papás. Me muestran un puntito diminuto de seis semanas en medio del cumpleaños del futuro papá. Pienso que lo que veo es simplemente magia.

La Carla me anuncia que se va a Francia. Se me hace un hoyito en el pecho.

La Xime y la May me cantan el cumpleaños feliz desde México y se corta el llamado. Vuelven a discar.
Desde lejos, él dice que está enamorado de la chica que conoció después de mí. Yo digo que me alegro mucho y me quedo muda con la verdad de esa historia añeja. Nadie, ni yo misma, la quiere saber.

La Andy con Pablo, su novio, se celebrarán el cumpleaños juntos y ya tienen todo visto para irse juntos a Nueva Zelanda en un año más.

Ritiqui no va a mi fiesta porque su señora, la Naty, está embarazada y la guatita no da para carretes ahumados.

La Paulita figura en Brasil. Me escribe para decirme que después celebramos y copuchamos hasta que nos dé hipo.

La Neve con su novio Jaime me traen un bolso rojo de regalo. Los dos están de vacaciones, menos ojerosos y más aparecidos. Cuando vi a Jaime por primera vez supe que mi amiga se quedaría con él para compartir su vida. Estoy segura de que así será.

Andrés escribe desde Israel. Ha terminado su diplomado y viene a casarse con su novia mexicana en marzo a nuestro país. Manda un código de novios y las señas de su llegada.

Gigio me cuenta su historia con Mickey, su actual novia, y cómo jamás pensó que podría funcionar tan bien. Los dos llegan con ropa Zara que me queda impeque. Gigio siempre le achunta a mis tallas. Días antes mi mejor amigo me preguntaba por qué yo no, por qué a mí me pasaba nada. Le respondí a punta de tallas y él se rió a carcajadas. Cuando me acosté, me pregunté lo mismo pero sin tapar mis carencias con ese falso sentido del humor.

Mis sobrinos me saludan desde Tongoy y me preguntan hasta qué horas duró el carrete. Uno, con tono de desaprobación. El otro pregunta si bailé y me grita que me quiere mucho. Me da un escalofrío ese arranque de espontaneidad.

La Cata se va a República Dominicana con su novio a pesar de que pelearon heavy metal. La subí y la bajé, pero ella, que es tan chora, tan rebelde, tan guerrillera, dijo que no servía para estar sola. Que sabía que ninguna pirotecnia amorosa la volvería a encontrar. Todavía estoy barriendo ese polvo de desesperanza que me dejó en la cabeza.

El actor misterioso tiene novia. No sé cuánto tiempo perdí especulando y maquinando encuentros. Al final, como siempre, viví de los rollos que me pasé solita y sin que nadie me diera cuerda.

Descubro que hay hombres maravillosos, pero me quedo callada. Guardo la lección para mí solita. Porque ya es tarde, porque él tiene su tesoro entre las manos y en realidad, es un tesoro maravilloso. Igual me alegro de saber que podemos ser amigos. Con eso, ya me siento muy feliz.

Mamá prepara un pastel de choclo para mis 26. Las dos almorzamos escuchando música. Me acuesto para recuperar horas de sueño y me quedo dormida pensando por qué yo me quedé inmóvil. Por qué todavía no encuentro un sendero que se abra para mí. Por qué me siento tan feliz por todos si yo estoy pegada en el punto de partida. Si todo está igual, a pesar de estos 26.


25 enero 2007

LLORAR Y LLORAR
Estoy a punto de irme a la playa a hacer un visual. El año pasado fue lo mismo y caminamos más que Kung Fu en busca de amores de verano, aunque estuvo de lujo. Pero antes de retirarme por el fin de semana quería dejarles el dato a los llorones y lloroncitos que este domingo el www.lun.com podrán leer acerca de las lágrimas masculinas. Un hit para el hombre sensible de estos tiempos. Otra cosa: a raíz de la lucha ciudadana, me han llamado algunos colegas para entrevistarme por este tema. Así es que si usted es vivaracho, mañana viernes en Gente Como Tú de Chilevisión, podrá ver mi furia vecinal en vivo y en directo. No apto para caridacos ni fanáticos de la caridad. También pueden leer un poco más sobre el tema que me tiene saturada este domingo en reportajes de www.lun.com. Ojalá que Alcaíno, en la playa caribeña donde se encuentre, nos vea a mí y mis vecinas guerrilleras. Para que por último, le dé plancha no mover un dedo por nosotras. Como siempre, un abrazo amistoso para todos. Pronto, cumpliré 26. Y más detalles de ese cumple, en unos días más.

15 enero 2007

PEPA, LA DEL BARRIO

¿Recuerdan que les conté que estaba en una lucha ciudadana? Bueno, esto publiqué en diciembre en Paula. Más abajo, después del texto publicado, los actualizo sobre los últimos detalles de esta pelea de clase media de medio pelo. (Y sí, la foto es posera, pero es la única que tengo de mis torres queridas y añejas)

El resort de los mendigos
“Soy una vecina C3 a quien nadie pesca. Vivo en la única torre de las Torres San Borja que no está enrejada. Como consecuencia, hace más de un año se vinieron a alojar una treintena de indigentes curagüillas debajo de ella. Duermen, cagan y mean en mi entorno todas las noches y el domingo completo, justo debajo de mi departamento, en la zona techada donde están los locales comerciales. Y me tienen hasta la tusa. Yo lamento un montón la pobreza, pero no avalo que nadie le cague la vida al resto. Y eso es lo que ellos hacen aquí: se pelean a botellazos y dejan huellas de sangre en los pastelones. Los viernes y los sábado hacen grandes eventos bailables hasta las tantas, con la música a todo chancho. A veces me despiertan los berridos de una tipa que se agarra con su peor es ná o los chillidos de una mujer arrastrada por el pavimento. O sea, ahora el barrio es una película de terror. Además, como van al baño en la entrada de mi edificio y en la de todos los locales –un laboratorio médico de la UC, entre ellos– hay enjambres de moscas. Tengo que andar con la boca cerrada para no tragármelas.
Aparte de todo, estos tipos están mejor atendidos que en un resort. Los estudiantes de la Universidad Católica les traen desayuno y las almas caritativas del Hogar de Cristo les dan comida de noche. Están tan regaloneados por gente que, por supuesto, no tiene la desgracia de vivir aquí, que no piensan en irse.
Los medios siempre hablan de este tema desde el punto de vista de los pobres mendigos y aseguran que los vecinos no quieren hablar. Pero yo sí quiero. Voy a empezar una guerra en la que pasaré de solicitar un entrevista con el alcalde Alcaíno hasta a amenazar de muerte al administrador de mi edificio que se niega a levantar la reja aunque la mayoría de los vecinos hayamos firmado a favor. Voy a joder y a joder, porque este tema está sacando fuera a la neonazi que llevo dentro”.


Extras, extras:
- Después de publicar esto y sentirme igual que Aló Pepa, fui a Ciudadano Zero a despotricar en contra de la Muni por no ayudarnos. Un tipo de Hogar de Cristo me escuchó y me llamó para decirme que ellos ya no ayudaban en este sector porque 1. descubrieron que así no ayudaban a los indigentes, que sólo los acomodaban más en su situación y 2. descubrieron "sobreayuda", es decir, varias fundaciones y ongs que traen comida, ropa, etc. El Hogar de Cristo calcula que esta gente recibe más de siete comidas en una noche y que hasta la botan.
- Una semana antes de Navidad, una pareja de indigentes atacó con un cuchillo a uno de mis vecinos. Llamamos a los pacos, llegaron dos horas tarde y no se pudieron llevar detenido al agresor porque obviamente ya no tenía el cuchillo en su poder. En medio del tumulto vecinal, apareció un voluntario de una fundación que nos echó la foca a nosotros, los vecinos. Dijo que éramos unos vacunas por no querer a esa gente, que teníamos que compartir con ellos y que él aseguraba que jamás andaban armados. ¿Resultado? Lo empapelamos a garabatos.
- El Hospital de la UC, en permanente y terrorífico crecimiento, nos ofreció pagarnos la bendita reja para protegernos. Todos chochos y saltones. Hasta que hoy descubrimos, que la reja de la UC, aprobada sospechosamente rápido por la Muni, no nos alivia. Al contrario, cierran un sector de locales comerciales que ellos ya compraron y además, enrejan una plazoleta que nos pertenece, dejándola para el lado de ellos. Mi torre, en resumen, quedaría huacha y a la intemperie.
- Pedí entrevista como periodista con Alcaíno. Lleva dos semanas tramitándome. Al final me llamó un tipo de la Muni que me dijo que "Raúl" se iba de vacas, pero que me derivó al director de obras sociales quien me contaría la linda labor de reinserción que hacen con los mendigos. Lo mandé a la punta del cerro. Le dije que a los vecinos nos importaba un bledo qué pasaba con esta gente, sólo queríamos saber qué hacía el Municipio por la seguridad e higiene de los vecinos. Dijeron que me conseguirán entrevista con el director de Obras Municipales, pero sigo esperando.
- Lo último: esta noche saldré con el Comité a juntar firmas para impedir que la UC nos friegue y la Muni nos dé el permiso para enrejar como nosotros queremos: rodeando todo el edificio. Estuvimos toda la tarde en eso con mis vecinos. Como si me sobrara el tiempo. Pero ya estoy tan desesperada, que decidí abocarme a esta misión. SuperPepa, que le llaman. De más está decirles, que cualquier ayuda, pituto, movida o ganas de protestar que tengan, bienvenidas sean. Ayude a su vecino c3. Ayude a Pepa, la del barrio.

14 enero 2007

FUNA AL JOTE CHILENO
He estado a full. No he tenido ni un respiro porque aparte de la pega, estoy en una lucha ciudadana que espero poder contarles esta semana. Hoy sólo puedo postear por propaganda. Así es que hoy en Reportajes de LUN (www.lun.com) clikee en Siete Mañas Del Jote Chileno. Un mapa del odioso piropero y agarrador-barsa en Arriba Las Faldas. No se lo pierda.