ANIMAL PLANET
Nota: Este es un reportaje regalón que escribí para Paula sobre historias de los animales del zoológico. Acá dos: la del chimpancé Toto y la jirafa Almendra. Pronto, las demás.
Por PepaValenzuela
Toto tres
Los chimpancés Yuri y Toto viven juntos, pero no revueltos. Son pareja, pero netamente espiritual. Llegaron en 1982 desde un zoológico de Holanda: Yuri con tres años y medio y Toto de tres. Desde entonces conviven en la misma jaula, pero son un amor que se mantiene unido por compañía, pero no por instinto. Porque Toto jamás le ha puesto una garra encima a Yuri. Nunca en estos 24 años, a pesar de que se ha hecho de todo para que Toto se ponga las pilas. En 1990 Víctor Riveros, uno de los veterinarios del zoológico, le dio un tratamiento al mono para incentivar el cruce con la hembra. Eran unas pastillas con testosterona y vitamina A que convertirían a Toto en un chimpancé muy libidinoso y potente. Pero Toto permaneció inmutable. Las pastillas no le hicieron ni cosquillas. No así la pelota de fútbol que le regalaron en 1992. Por esa época, un sacerdote amante de los animales visitaba frecuentemente el zoológico y les llevaba algún engañito de maní y frutas a sus habitantes. Fue ese curita, cuyo nombre nadie recuerda, quien un día le regaló a Toto una pelota de fútbol de cuero. Fue amor a primera vista. Toto reventó jugando a su nueva amiga y le hizo un hoyo. A los diez años y con un balón, Toto tuvo su primera vez. Varios meses vivió y durmió abrazado a su redonda amante. Hasta que en un descuido, Raúl Galindo, quien cuida a los chimpancés desde que llegaron, se la sacó de la jaula. Demasiada gente se había quejado en la administración del zoológico por las obscenidades que el mono hacía con el balón.
Como no había caso con Toto, ese mismo año los directores del zoológico trajeron un chimpancé desde Portugal, para que Yuri se hiciera hembra de una vez por todas. Pero Eusebio era un espécimen malas pulgas que, cuando entró a la jaula de la pareja, dejó la grande: mordió en los brazos a Toto y luego, quiso ir directo al grano con Yuri, pero a la fuerza. Fiel a su compañero, Yuri gritó y pegó aletazos. Raúl Galindo los separó, pero después de ese episodio de violencia primate, Eusebio quedó separado de la pareja hasta que en 1997 se fue a un zoológico de Zambia. Por supuesto, Toto siguió tan indiferente a Yuri como siempre. Teorías hay varias. “Es medio raro”, dice Galindo. “No le gusta la mona nomás”, explica Jaime Gracia, otro cuidador que lleva más de cuarenta años en el zoológico. “Quizás son hermanos sanguíneos”, especula el veterinario Mauricio Fabry. Alto. ¿Hermanos? “Como llegaron juntos, puede ser. Podríamos hacerles un ADN, pero ahora no estamos interesados en tener crías”, explica. El doctor Riveros tampoco descarta esa opción, pero su principal explicación es otra: “Los dos chimpancés se criaron en cautiverio. Cuando no crecen con la manada, pierden hábitos de reproducción porque los adquieren por imitación al resto”, dice. ¿Y la pelota? “Es que la pelota tenía movimientos copulatorios, como si estuviera con la hembra”, afirma el doctor Riveros. Lo cierto es que en la jaula de los chimpancés no hay mucha acción que digamos. Y aunque Yuri aún es una chimpancé virgen que ya no está en edad de merecer, es obstinada. Y acaricia a Toto, lo desparasita y le da besos. Cuando entra en celo, se pone en posiciones eróticas delante de su chimpancé indiferente. Pero él sigue sin pescarla. A estas alturas, bien difícil que lo haga.
Una jirafa deprimida
Hasta hace un par de meses, la jirafa Almendra seguía triste. Casi no dormía de tanto pasearse de un lado a otro en su casa de madera extrañando a Estrellita, la hija que en agosto del 2005 se fue un zoológico peruano. Almendra no se dio cuenta cuando sacaron a su cría de un año y dos meses para llevársela para siempre. Y estuvo tres meses desesperada. Siguiendo al cuidador Raúl Galindo cada vez que pasaba por el otro lado de la reja, como pidiéndole explicaciones. Apilando la paja por los rincones de su pesebrera con sus ansiosas caminatas nocturnas, mientras la jirafa Josefina y su hija Janita dormían plácidamente recostadas en la habitación contigua. Como si estuviera en su hábitat natural, atenta a los depredadores, Almendra pasaba la noche de pie. Angustiada, nostálgica y sin anestesia. El doctor Víctor Riveros explica que no se pudo paliar su dolor con medicamentos. A pesar de las evidencias de la preocupación de Almendra, no existen estudios que demuestren que los animales salvajes pueden sufrir de estrés. “No hay estudios psicológicos al respecto, pero sí nos hemos fijado que en animales sometidos a tensión, cuando son sacados de su ambiente, por ejemplo, dejan de comer, se aislan o se ponen más agresivos. En algunas especies domésticas hay depresión: por ejemplo, los loros, como son monógamos, cuando se les muere la hembra, se sacan las plumas y se automutilan. En esos casos usamos prozac”, explica el doctor.
La pena de Almendra sólo fue una marca más en la historia trágica de las jirafas del zoológico. Almendra, Josefina y Nachito, el padre de Estrellita, llegaron el 96´ precisamente a llenar el vacío que dejaron las cuatro jirafas anteriores que murieron en un incendio el 24 de junio de 1995. Esa noche de sábado, se cortó la luz en el cerro San Cristóbal. El personal puso transformadores externos para obtener energía. Pero la solución parche provocó un recalentamiento de cables que a las 22: 50 hizo cortocircuito en las casas de las jirafas, que duermen bajo techo. Los cuatro cuerpos chamuscados demostraron que una de las hembras había muerto protegiendo a su cría. El luto duró un año en el zoo. Hasta que llegaron las tres jirafas nuevas que viajaron 23 días en barco desde Sudáfrica y luego en un avión Hércules de la Fach desde Uruguay. Nachito cruzó a las dos hembras y fue padre de varias crías, entre ellas Janita y Estrellita. Pero el 25 de junio de 2004, por culpa de una infección gastrointestinal, Nachito falleció dejando dos viudas. Otra marca en el registro negro de estos mamíferos de cuello largo.
Por lo menos ahora Almendra está más tranquila. Desde noviembre del año pasado empezó a hacer buenas migas con Josefina y Janita, y recuperó el sueño. Al parecer, su depre está superada. Sólo falta que llegue el macho estadounidense que vendrá intentar dejar las penas de las jirafas solas en el olvido.
Los chimpancés Yuri y Toto viven juntos, pero no revueltos. Son pareja, pero netamente espiritual. Llegaron en 1982 desde un zoológico de Holanda: Yuri con tres años y medio y Toto de tres. Desde entonces conviven en la misma jaula, pero son un amor que se mantiene unido por compañía, pero no por instinto. Porque Toto jamás le ha puesto una garra encima a Yuri. Nunca en estos 24 años, a pesar de que se ha hecho de todo para que Toto se ponga las pilas. En 1990 Víctor Riveros, uno de los veterinarios del zoológico, le dio un tratamiento al mono para incentivar el cruce con la hembra. Eran unas pastillas con testosterona y vitamina A que convertirían a Toto en un chimpancé muy libidinoso y potente. Pero Toto permaneció inmutable. Las pastillas no le hicieron ni cosquillas. No así la pelota de fútbol que le regalaron en 1992. Por esa época, un sacerdote amante de los animales visitaba frecuentemente el zoológico y les llevaba algún engañito de maní y frutas a sus habitantes. Fue ese curita, cuyo nombre nadie recuerda, quien un día le regaló a Toto una pelota de fútbol de cuero. Fue amor a primera vista. Toto reventó jugando a su nueva amiga y le hizo un hoyo. A los diez años y con un balón, Toto tuvo su primera vez. Varios meses vivió y durmió abrazado a su redonda amante. Hasta que en un descuido, Raúl Galindo, quien cuida a los chimpancés desde que llegaron, se la sacó de la jaula. Demasiada gente se había quejado en la administración del zoológico por las obscenidades que el mono hacía con el balón.
Como no había caso con Toto, ese mismo año los directores del zoológico trajeron un chimpancé desde Portugal, para que Yuri se hiciera hembra de una vez por todas. Pero Eusebio era un espécimen malas pulgas que, cuando entró a la jaula de la pareja, dejó la grande: mordió en los brazos a Toto y luego, quiso ir directo al grano con Yuri, pero a la fuerza. Fiel a su compañero, Yuri gritó y pegó aletazos. Raúl Galindo los separó, pero después de ese episodio de violencia primate, Eusebio quedó separado de la pareja hasta que en 1997 se fue a un zoológico de Zambia. Por supuesto, Toto siguió tan indiferente a Yuri como siempre. Teorías hay varias. “Es medio raro”, dice Galindo. “No le gusta la mona nomás”, explica Jaime Gracia, otro cuidador que lleva más de cuarenta años en el zoológico. “Quizás son hermanos sanguíneos”, especula el veterinario Mauricio Fabry. Alto. ¿Hermanos? “Como llegaron juntos, puede ser. Podríamos hacerles un ADN, pero ahora no estamos interesados en tener crías”, explica. El doctor Riveros tampoco descarta esa opción, pero su principal explicación es otra: “Los dos chimpancés se criaron en cautiverio. Cuando no crecen con la manada, pierden hábitos de reproducción porque los adquieren por imitación al resto”, dice. ¿Y la pelota? “Es que la pelota tenía movimientos copulatorios, como si estuviera con la hembra”, afirma el doctor Riveros. Lo cierto es que en la jaula de los chimpancés no hay mucha acción que digamos. Y aunque Yuri aún es una chimpancé virgen que ya no está en edad de merecer, es obstinada. Y acaricia a Toto, lo desparasita y le da besos. Cuando entra en celo, se pone en posiciones eróticas delante de su chimpancé indiferente. Pero él sigue sin pescarla. A estas alturas, bien difícil que lo haga.
Una jirafa deprimida
Hasta hace un par de meses, la jirafa Almendra seguía triste. Casi no dormía de tanto pasearse de un lado a otro en su casa de madera extrañando a Estrellita, la hija que en agosto del 2005 se fue un zoológico peruano. Almendra no se dio cuenta cuando sacaron a su cría de un año y dos meses para llevársela para siempre. Y estuvo tres meses desesperada. Siguiendo al cuidador Raúl Galindo cada vez que pasaba por el otro lado de la reja, como pidiéndole explicaciones. Apilando la paja por los rincones de su pesebrera con sus ansiosas caminatas nocturnas, mientras la jirafa Josefina y su hija Janita dormían plácidamente recostadas en la habitación contigua. Como si estuviera en su hábitat natural, atenta a los depredadores, Almendra pasaba la noche de pie. Angustiada, nostálgica y sin anestesia. El doctor Víctor Riveros explica que no se pudo paliar su dolor con medicamentos. A pesar de las evidencias de la preocupación de Almendra, no existen estudios que demuestren que los animales salvajes pueden sufrir de estrés. “No hay estudios psicológicos al respecto, pero sí nos hemos fijado que en animales sometidos a tensión, cuando son sacados de su ambiente, por ejemplo, dejan de comer, se aislan o se ponen más agresivos. En algunas especies domésticas hay depresión: por ejemplo, los loros, como son monógamos, cuando se les muere la hembra, se sacan las plumas y se automutilan. En esos casos usamos prozac”, explica el doctor.
La pena de Almendra sólo fue una marca más en la historia trágica de las jirafas del zoológico. Almendra, Josefina y Nachito, el padre de Estrellita, llegaron el 96´ precisamente a llenar el vacío que dejaron las cuatro jirafas anteriores que murieron en un incendio el 24 de junio de 1995. Esa noche de sábado, se cortó la luz en el cerro San Cristóbal. El personal puso transformadores externos para obtener energía. Pero la solución parche provocó un recalentamiento de cables que a las 22: 50 hizo cortocircuito en las casas de las jirafas, que duermen bajo techo. Los cuatro cuerpos chamuscados demostraron que una de las hembras había muerto protegiendo a su cría. El luto duró un año en el zoo. Hasta que llegaron las tres jirafas nuevas que viajaron 23 días en barco desde Sudáfrica y luego en un avión Hércules de la Fach desde Uruguay. Nachito cruzó a las dos hembras y fue padre de varias crías, entre ellas Janita y Estrellita. Pero el 25 de junio de 2004, por culpa de una infección gastrointestinal, Nachito falleció dejando dos viudas. Otra marca en el registro negro de estos mamíferos de cuello largo.
Por lo menos ahora Almendra está más tranquila. Desde noviembre del año pasado empezó a hacer buenas migas con Josefina y Janita, y recuperó el sueño. Al parecer, su depre está superada. Sólo falta que llegue el macho estadounidense que vendrá intentar dejar las penas de las jirafas solas en el olvido.
13 comentarios:
sera que los animales son mas parecidos a nosotros que lo que uno mismo piensa?
te mando mil abrazos pepa.. me gusta como escribes... si tuviera mas tiempo, me dedicaria tb a escribir las mil y una historia que tengo en mi cabeza y que me llegan dia a dia por mi profesion,... mucha suerte y animo con todo...
¡Ese articulo era tuyo! Recuerdo muy bien haberlo leido. Creo que era más largo (...si, en realidad acabo de releer que colocaste que solo colocas dos y luego el resto)
Soy de la epoca en que era clasico ir todos los años al zoologico, cosa que al salir perdí porque terminaba más depresivo de lo normal. Para peor mi pobre hermana estaba el día que se murio la elefanta Fresia, un conocido el dia que se fue al pozo uno de los elefantes que llegaron despues empujado por el otro. Pareciera que no hay historias alegres en ese zoologico para mi gente.
Me llamo la atención en su momento la frase de que no habian estudios sobre el stress en los animales, porque poco tiempo atras habia visto un reportaje sobre el mismo asunto, comportamiento repetitivo en animales en cautiverio, perdida de comportamiento natural, etc.
En su momento me gusto y fue tema de conversación entre algunos amigos. Felicitaciones.
Yiaaaa.......
gallaaaaaaaa
La Ciudadana ZERO...!!
Excelente, TE FELICITO
Te escuche un rato y me seduciste sin saber que eras tu, y de pronto me era familiar tu voz....jajaja
Fue buenisimo.
GRANDE...!!!
ayyyyyyy me encantan las historias de animalessssssssssss.... claro q me dan pena q esten en zoologicos.... cada vez q escucho (o leo) algo de las jirafas calcinadas se me retuerce la wata..... :s
ya salio la edicion con esas historias???????????????????
a averiwar nomas.... pq yo me la comproooooo
pd: te sigo always (como diria figureti)
pobres jirafrikis... me da pena recordar cuando murieron calcinadas. Ede día, cuando lo escuché en la radio me puse a llorar...
Que bien saber que también te apasionan los animales (se nota que los quieres)
A propósito... no quieres un perrito?
es que llegó a la casa, pero no quiero tirarlo a la brutalidad de la calle y no puedo tenerlo...
Bueno, cuídate mucho y espero leer más historias tuyas.
Adiu
igual como que me gustan y como que después no me gustan los zoológicos.
igual brígido que estén encerrados en la ciudad con las bocinas, pero igual brígido que un cazador los persiga para que una vieja fifí se los ponga sobre los hombros en algún evento importante.
saludos
Señorita Pepa Valenzuela (intenté con el Cuevas tiempo atrás, pero no te gustó):
Este Toto tiene algo que ver con el Toto que en 2003 fue llevado a Zambia, a un orfelinato de animales, después de vivir 25 años de tortura y sufrimiento en uno de los desalmados circos que deambulan por Chile.
Recuerdo que esa vez la prensa cubrió toda la travesía del famoso chimpancé, que en el circo era obligado a fumar y beber. Su drama llenó minutos en TV y repletó páginas de diarios.
Esa vez Toto se encontró en Africa con Madonna, otra monita sufrida, e hicieron buenas migas. ¿Hasta qué punto? No lo sé, pero parece que era un poco más fogoso que el protagonista de tu artículo.
es lindo saver que puedes amar tanto a una mujer o hembra como para no edcepcionarla o hacer que todo lo lindo qeu tienen se balla por la, nose yo tengo una amiga de basica y nunca le e tecado un pelo ni nada de pareja, alo mejor es por qeu ella es lesviana, nose pero abeses es mejor seguir con la idea de qe algun dia podria pasar eso y ser felices a hacerlo y qeu todo comience a pudrirce.
q lindo, te ves re bien pepis, te felicito y siempre fiel te sigo leyendo.
saludos
rosi
pepaaaa ta genial el rep. al final t qdas en chile o vuelves a madrid? ? ? q tes bn xaops
Eusebio está libre en una selva protegida en Zambia, Africa en un lugar que se llama Chimfunshi. esta alli desde diciembre del 2000. cumplió 8 años libre.
El chimpancé Toto (que no es el mismo del Zoo nacional) tambien lo trasladé a Zambia al mismo lugar que Eusebio, esta alli desde setiembre del 2003
Eusebio está libre en una selva protegida en Zambia, Africa en un lugar que se llama Chimfunshi. esta alli desde diciembre del 2000. cumplió 8 años libre.
El chimpancé Toto (que no es el mismo del Zoo nacional) tambien lo trasladé a Zambia al mismo lugar que Eusebio, esta alli desde setiembre del 2003
Eusebio esta en Zambia, Africa en una selva protegida que se llama CHIMFUNSHI, no es un zoológico, es un Santuario para chimpancés donde ellos estan libres.Esta alli desde Diciembre del 2000
Toto está en el mismo lugar desde setiembre del 2003.
Yo misma los fui a dejar. pueden verlos en www.macacos.cl
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